viernes, 23 de marzo de 2012

Artemisa ( Requiem por el amor )

Despertando del sueño Artemisa se da cuenta de que el dolor existe. Ella es una especie de contradicciones cuando de sentimientos se trata. Suele ser una mujer reflexiva y racional, pero a su vez ese grado de razón que la domina le juega malas pasadas. 
Un día, al amanecer, le llegaron recuerdos de su vida. En un cuadro, la escena de los momentos gratos que compartió con diferentes personas, en ese momento se dibujó una sonrisa en su rostro. Llegada la tarde ella buscaba despejar su mente, leía pequeños fragmentos de poesía, citas de los autores que tanto llenaban su espíritu y gustaba de escuchar canciones. Esto último funcionaba como detonante de momentos pasados. 
Si bien es cierto que ese sentimiento de soledad frecuentemente invadía a Artemisa, también lo era el disfrute de esos recuerdos.
Ella solía ser muy celosa de su tiempo, de sus pensamientos y sentimientos. Guardaba cuidadosamente lo que muchos regalaban a manos llenas. Pensaba que necesitaba de alguien que supiera cuidar del contenedor de sus sentimientos, pensamientos y tiempo como lo hacía ella. Tal vez una forma egoísta de pensar era la de Artemisa pero creía en que si llegaba a poner en manos de alguien incorrecto eso que tanto recelaba terminaría desbaratada y sin fuerzas. Artemisa admitía en sus pensamientos que esa posición era realmente ridícula pues buscaba frecuentemente la certeza en sus acciones, leyó un día por ahí una frase de Voltaire: la incertidumbre es una posición incómoda pero la certeza es una posición absurda, sin embargo le costaba actuar diferente. La inestabilidad a ratos aumentaba, crecía conforme pensaba en el pasado, conforme el presente avanzaba y se reflejaba en un futuro. El miedo a quedarse sola iba en aumento pero esa incertidumbre la hace caminar para algún día alcanzar la tan buscada meta por todos: estabilidad.

lunes, 19 de marzo de 2012

Amante de las letras

Sumergir los pensamientos
en las ideas materializadas del que escribe
a menudo me hace soñar,
es la forma en que se puede encontrar al escritor;
a manera de beso, sólo nos separa la tinta y una hoja.
La intimidad es cosa del pasado
pues, ahora, se ha dejado atrás
la vergüenza de los pensamientos paganos.