jueves, 19 de enero de 2012

Artemisa (Desempolvando sueños)

Aquella noche Artemisa se encontraba pensativa, rememoraba los bellos recuerdos de meses pasados. De sus ojos brotaban pequeñas gotas de melancolía, gotas que lentamente bajaban por sus mejillas y teminaban en su regazo. En ese momento Artemisa curaba los pliegues que se habían ocasionado con el paso de la tormenta.
Pasando los días, y después de aquella noche de reflexión, Artemisa buscaba liberar el espíritu, huir de esa intoxicación de sentimientos. Salía a caminar, mientras los rayos de sol la acariciaban competitivamente con el aire que había en el ambiente. Al caminar pensaba sobre las cosas que le sucedían en esos días, al momento escuchaba canciones que ponían a girar sus ideas.
Un día, Artemisa recibió un paquete lleno de cartas que nunca fueron entregadas en su tiempo. Cartas llenas de nostalgia que al ser leídas profanaron un cúmulo de reacciones. Entre sonrisas y delirios, locuras y deseos, hasta llegar a derrochar llanto. Ese paseo fue mágico para Artemisa, quien cansada de tanta melancolía, sonrió con aquel encanto que extrañaba dibujar en su rostro. Fue una forma de postrarse en los zapatos del otro y apropiarse del papel, cual actor en un escenario. Viviendo lo que el otro vive.
Artemisa, siendo ella una mujer llena de ironía, esa vez se quedó muda.
Ella gustaba de la lectura acompañada de una taza de café caliente, en ocasiones esa taza era sustituida por te, mientras hojeaba con gran regocijo las líneas que alguna vez un escritor famoso plasmó se percató de la insistente idea de felicidad que varias veces se repite en los libros. Recordando lo sucedido en días pasados, ella buscaba dar respuesta a semejante incógnita. En su mente estaba latente la palabra "amor" ligada a "felicidad". Muchas veces se imaginaba, con el paso de los años, como una mujer independiente y liberada, dentro de sus visiones futuras no se ubicaba como una persona enamorada, como alguien que buscará encontrar en el otro la fuente de la felicidad eterna. Esa gran idea de felicidad era la que inquietaba a ratos a Artemisa. Frecuentemente se preguntaba: "¿Qué pasa?" "¿En que momento deje de creer en los cuentos de hadas?". En silencio, reflexionaba sobre lo que la aquejaba. Horas pasaban mientras que meditaba. 
A la mañana siguiente, reanudando sus actividades diarias, la pequeña Artemisa se daba el tiempo de terminar sus pendientes, mientras que otras veces se imaginaba en situaciones que le gustaría pasar. A ratos se pensaba como una gran novelista, de esas que fuman un cigarrillo y que se dan el lujo de ver películas casi todo el día, de imaginar a sus personajes en circunstancias cotidianas pero a la vez mágicas. Ese tipo de fantasías a Artemisa la hacían sentirse como un pavo real hermoso, lleno de colores y de historia, porque en sus pensamientos ella era la protagonista escondida. La felicidad que Artemisa buscaba no era la que se basaba en las historias románticas que se escuchan de boca en boca, ella buscaba más allá del deseo carnal, ese deseo de morir por lo que se esta creyendo y queriendo.
Sí, Artemisa nunca ocultó su egoísmo, siempre se pensaba. Se pensaba desde los deseos más inmediatos como a futuro, quizá siempre ha sido su problema. En cuestión de virtudes ella siempre evitó tocar el tema cada que le preguntaban acerca de ello, quizá por la conciencia  latente de su egoísmo. No podía mencionar que fuese éste una virtud, de ser así entonces ella poseía el más grande de todos. No se percataba en sí como una mujer llena de rencores ni resentimientos por aquel egoísmo que habitaba en ella, sin embargo si creía que el mencionar su posición resultaba agresivo para el otro. Esta conciencia es lo que a menudo aflige a esta mujer que en su nombre lleva el arte, pues si bien fue la causa de nostalgia aquella noche en que sus lágrimas se derramaron, hoy más que nunca sabe que construirse con lo más simple es parte de lo que día a día va forjando la felicidad. En su mente se repite a sí misma "Los cuentos baratos, son eso ¡baratos!, mis cuentos serán baratos, pero míos".

1 comentario:

  1. Situaciones, momentos, instantes, recuerdos, descripciones, supuestos de la diosa de la caza dan pie a la fantasía que alimenta las letras necesarias para no ahogarse.

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